5 ago 2016

Puro divago


Ya no tngo ni callos, 
en fin, 
la mayor parte del tiempo el arte es pura vanidá, 
me pregunto, pa empezar a ser un poco más útil 
-desde ciertos conceptos trabajados como la consciencia colectiva y todo eso-, 
bueno, en fin, supongo que el ermitañismo ayuda re poco, 
mientras más pienso menos quiero decir, 
a decir verdad, 
nada es demasiado importante ya, 
tla vez, en esa agonía despierte una fuerza pa vibrar,
quizá invente un bicho tan vibrante 

que las orejas calientes no les quede otra que seguir asi, 
calientes, y qué se yo,
suicidio moral de masas.
Me pregunto cuánto pesa
esa podrida situación que lleva 

un par de cientos de años en el dominio mental-social.
Calientes, 

calientes como el que todo lo arde,
admiro la valentía de los calientes que todo lo arden 

y derrumban y al otro día dibujan con colores re bonitos, 
como la nico que deja la tendalá 
y al ratito ya tiene una marioneta sin hilos 
enseñandole a los cabros chicos la historia de cai cai y ten ten vilú, 
o esa era la candy? ya ni me acuerdo, puro divago

Raíces


Volver a las raíces producto del olor a Tierra, 
al calor de la carne mas tierna de mi madre... 
leer mis diarios de vida de antaño 
y sorprenderme de tanta cabilación filosofica y existencial, 
las búsquedas del yo que finalmente convergen en un "somos", 
alma libre, media salvaje. 
Abrazo a los míos, 
me río de mis impulsividades motivadas 
por la búsqueda de nuevas experiencias, 
sin importar demasiado el qué dirán ni los obstáculos. 
Amo a mi gente, que en mi piel ha dejado huellas, 
que me nutren desde el agradecimiento y la memoria. 
Chayahué, Puerto Montt, Valpo y Santiago, 
Después serán otras dimensiones regidas por otras sonoridades... 
se han disipado los fantasmas que cegaban la intuición, 
mija -me digo- la vida es una y hay que saber aprovecharla, 
sin quedarse dormidos en los laureles. 
Metamorfosis.

Viaje


Un grito ahogado,
 bajan las frecuencias del sonido, 
mientras los colores atormentan mis convulsiones, 
tan solo soy una molécula. 
Mi ser se comprime al más ínfimo grado de conciencia, 
soy consciente, de la geometría en la cual estoy/estamos sumidos, 
hundidos, inmersos, atravesados. 
En este mar de infinitas posibilidades, realidades y perspectivas, 
mi boca incapaz de manifestar palabras, 
mi mente abandonada a un viaje 
donde sólo me preocupa la intención y la geometría... 
me despedazo, me des-pertenezco, 
soy una bola flotando en una materia o sustancia cambiante, 
no distingo nada más que el movimiento constante, 
esa es mi única certeza... 
no pertenezco a mis padres, ni a mi cuerpo, 
ni al tiempo ni al espacio, no pertenezco a los hombres, 
ni a mi patria ni a mi matria, ni a América ni al catolicismo, 
ni aquí ni allá, ni mujer ni hombre, ni viva ni muerta, 
pertenezco a la intención, a la intuición y a mi instinto de bien, 
me he abandonado en las aguas del subconsciente.

Resistencia


Anclarse a las afinidades y aferrarse con amor y sinceridad, 
las desiciones nos llevan a distintos planos irreversibles. 
Por eso no hay que mentirse a uno mismo, 
para no ir por fractales con formas equivocadas y desdichadas. 
Anclarse y jugar, destapar la tela gris que cubre nuestros ojos 
para ver la verdadera forma que le damos al mundo. 
Te succionan desde su gravedad marítima que parece irresistible, 
resiste, resistir desde uno mismo con sus convicciones y sus sueños
 y sus alegrías y su sentido de la vida.

Amarse, descartucharse, abrirse a nuevas posibilidades de ver, 

de sentir, de ser, mirarse uno mismo en los ojos de tu compañero de asiento del metro.

Soltarse sin aprensiones confiando en la infinita sabiduría que llevamos dentro. 

Si, que llevamos muy dentro, y que sabe escuchar las sincronías 
y que sabe escuchar tus lamentos, porque hay lamentos tristes, 
lamentos lamentables, cuando olvidamos lo divino que en nosotros habita. 
La autenticidad, la Autenticidad de ti, tú, único, 
único en el universo, único en tu combinación y existencia. 
Único y respeta lo único... respeta y resiste y mata al tirano.

Chayahué



Recuerdo que un día la Popi me enseñó a mariscar, 
ese día comimos un montón de almejas, 
las veía a lo lejos mientras meaban, 
luego clavaba el gancho y las acurrucamos en un canasto de junquillo. 
También, otro día, la vi levantar un canasto enorme lleno de papas ella sola, 
al hombro, cerro arriba.
Cuando tenía fiebre la Popi me daba de tomar natre, 
santo remedio, más malo que el ajenjo eso sí.
También me hacía trenzas que duraban toda la escuela, 
en la tarde me las soltaba, 
generalmente jugabamos a las casitas con la Karlita Urtado. 
Otras veces con ella y su hermano Huguito, 
ibamos al Mar a bañarnos y practicar piqueros, volteretas acuáticas.
Había en la playa, una roca enorme, la roca de la Pincoya. 
Todos hablabamos del Caleuche y cuidado con el Trauco, 
nuestra realidad lenta y bella se mimetizaba con el mundo de los espíritus.
Recién cuando llegué a vivir a Puerto Montt dejé de creer un poco, 
pero en el fondo, mantengo vivo mis recuerdos, 
del monte encantado, las murtas de la Sra. Marta, 
jugar a la chola, hacer casitas de paja de pino, 
encontrar nidos de pequeñas bandurrias, 
subir árboles de más de diez metros para cazar arañas y meterlas en frascos. 
Mis padres después del trabajo cultivaban la huerta.
Un día cuando era bebé, me pillaron bajo la estufa compartiendo huesos con mi perro, 
bueno, no era de las quisiquillosas, me criaron libre y me criaron bien, 
aunque ese suceso no se volvió a repetir, 
porque mi perro Plum, un pequinéz, se murió al poco tiempo.
Llegamos a tener hasta quince gatos, muchos patos, chanchos...
Cuando no teníamos mucho en el bolsillo, llegaban a comprar la miel que mi padre cultivaba, siempre fue una bendición.
La foto es Puerto Montt, pero no importa, compartimos el mismo mar, 
ahora agonizando, agonizamos todos los que entendemos su majestuosidad y riqueza, 
que la rabia no inunde nuestros corazones.
Hay que mantenerse despiertos, optimistas, fuertes, 
luchando por sensibilizar a más personas, 
luchando por cuidar nuestros recursos naturales, 
luchando para adaptarnos a mejores devenires, para mantenernos unidos. 
Parecía intocable, majestuoso.
Nosotros parecemos eternos adjudicándonos desiciones cual Divinidad destructora, cancerígenos.
Extraño las cazuelas de luche con navajuela, y cochayuyo, o carne de cordero. 
O las cazuelas de cholga seca con repollo.


Dispersamente miro manos y lineas del tiempo,
busco la forma de hacerme pequeña,
creí haber visto algo revelador,
puede ser nada más que grasa para cuero.

Mi cabeza está a tres dedos de tus ojos,
demasiado cerca,
abrasadora realidad.
¿O estoy en un bosque de robles,
jovencitos,
alarmada con su vaivén ventuzco?

Un ojo es negro y el otro luz
no recuerdo si se derriten
cuando tocan la compuerta
de mi útero.

En silencio descompongo
la bufanda que una vez tejí
con tu pelo.